La verdad nos interpela, nos pregunta, nos arrincona y muchas veces no hay respuesta. La verdad a veces no da certezas sino algo mucho más peligroso, dudas. La verdad asusta, despierta, acude y paraliza. La verdad desnuda, incomoda, libera y confunde. Pero la verdad también nos da la fuerza para soltarla con alegría, es como el sol en la cara en una tarde de invierno.